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Se percibe el conflicto como algo negativo, pero la separación de la pareja o el divorcio es la solución a la infelicidad de mucha gente.
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José Luis Sariego Morillo.
Abogado.
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Este artículo es una reflexión que hice en voz alta en una charla que tuve que dar a estudiantes de un curso de mediación, en la que los alumnos estaban, un poco cansados de técnicas, teorías y metodologías de trabajo.
Comenzamos tratando la cuestión de que, como afirman muchos autores, percibimos el conflicto como algo negativo
Hace años acuñé la idea, seguro que alguien lo dijo antes, pero lo desconozco, que la separación de la pareja o el divorcio es la solución a la infelicidad de mucha gente.
Muchos autores nos recuerdan que el conflicto tiene aspectos positivos: puede enseñarnos a transigir que no claudicar, a establecer nuevas relaciones, a aprender, a perdonar, a comprender, a ponerse en el lugar de los demás, a cambiar de mentalidad (demostrando capacidad cognitiva inteligente), a llegar a un consenso (descubrir lo que nos une, irremediablemente al enemigo), a ver el conflicto como una oportunidad de crecimiento personal.
Tampoco debemos pasar por alto, que muchos autores nos recuerdan que en la especie humana, la sensación de controlar nuestro destino, al menos parcialmente, es uno de los indicadores de felicidad más determinantes.
Este es unos de puntos más importantes a mi modo de ver de usar la mediación: otorgar el control de la resolución al conflicto a quien lo sufre.
La Administración de Justicia y las leyes (hasta ahora) es incapaz de ofrecer soluciones o salidas felices a quienes se enfrentan a una separación de pareja. En muchos países las instituciones están para lograr un estado de felicidad de los ciudadanos, pero en nuestro país, este concepto de la felicidad ha sido relegado por el neoliberal concepto del estado del bienestar, y ya conocemos sus consecuencias: desempleo, desahucios, pobreza, desigualdades, alto nivel de conflictos territoriales, etc.
Existen de forma resumida, en mi opinión, dos tipos de estructuras sociales a la hora de resolver un conflicto en todos los ámbitos: la estructura cooperativa y la estructura de la dominación
Preferimos en general que las partes en conflicto, y sobre todos los niños/víctimas/ parte más débil/ trabajadores salgan ganadores (o lo menos perjudicados) en la solución dada al conflicto, pero eso ya lo hace la justicia, donde el nombre del supremo interés del menor (víctimas, o clase trabajadora) se esconde la farisea idea que subyace en la escala de valores de que uno debe ganar y otro perder, mostrando una ceguera emocional plena, al olvidar que lo que hay que hacer, en mi humilde opinión, es lograr sentar las bases para que la felicidad aflore a corto o medio plazo en el día a día de las partes que vienen a mediar.
¿Qué es lo que buscan los humanos en esta vida, cuando se enfrentan a un conflicto?
Bueno, de esto se podría hablar años y años y ya han elucubrado miles de filósofos y pensadores de todos los tiempos, pero lo que si tengo claro y en eso apoyo a Leonard Cohen en su faceta de pensador, que el mundo se divide en dos grades grupos: los satisfechos y, los insatisfechos.
Parafraseando a John Lennon, no dejemos que la vida sea eso que nos pasa, mientras estamos haciendo proyecto de lo que debe ser nuestra vida. Yo lo explico de la siguiente manera: la vida es corta y corre demasiado deprisa para perdernos tanto tiempo en la gestión de un conflicto.
No sé el por qué de todo esto (quizás la deformación propia del brainstorming) , pero como mediador, al actuar como elemento de conexión del desarrollo de habilidades emocionales y cotidianas algo aburridas, me encuentro siempre en dilemas de qué hago mal y que hago bien en cada proceso de mediación.
La magia del trabajo de mediación es cuando descubres lo que aprendes en cada caso y el enriquecimiento personal que adquieres con cada proceso.
La maravilla que produce descubrir que gente como tú, como yo, en un momento de su vida ponen en tus manos eso: el resto de sus vidas. Descubrir tus propias debilidades y carencias en las personas a las que su supone, ayudas.
El éxito y la magia de los sistemas de trabajo de ayuda grupal, es precisamente cuando quien cree estar peor que nadie se tiene que esforzar en ayudar a quien tiene a su lado. A veces es muy real eso de ver la paja en el ojo ajeno.
De cómo construyamos la base del entendimiento de las personas en conflicto, así habremos obtenido un buen o mal resultado.
No podemos ser mediadores con el objetivo de alcanzar unos acuerdos en un papel, porque eso es empobrecer nuestra labor.
Es mucho más de lo que las leyes o teóricos dicen que somos: somos nexo de unión, puentes de diálogo, e incluso que somos educadores.
Es esa sensación de que somos como el perro guía de un ciego.
Me indicaron quien me invito que quería saber sobre la metodología que un día Antonio Coy y yo, nos pusimos a elaborar.
él puso la experiencia y yo la imaginación de un niño que acababa de descubrir un mundo nuevo, el de la justicia restaurativa y cooperativa, desde la cabeza y desde el corazón.
Así descubrimos juntos que la mediación es un proceso vital bueno para la gente que está en conflicto.
Este forma de trabajar, al menso desde nuestra perspectiva, hace que se produzcan efectos terapéuticos y de sinergia que la Justicia es incapaz de generar.
La Justicia, con sus resoluciones, normalmente produce efectos iatrogénicos, mientras que en mediación se controlan estos efectos por las partes y el propio gestor del conflicto.
En nuestra metodología, puedo decir que hemos logrado un porcentaje de éxito cercano al 90% en los últimos 20 años, pero lo que es más importante es que hemos logrado casi un 100% de cumplimientos de los acuerdos, porque en ellos iban siempre implícitos cláusulas de cómo ir resolviendo los futuros pequeños conflictos, antes de que éstos de retroalimentaran de forma negativa.
De los más de 600 casos mediados en estos años, hemos tenido sólo incidencias, tipo denuncias por incumplimientos, o ejecuciones de sentencia en 6 casos.
No todo el mundo que hace mediación puede afirmar esto mismo, porque hemos aprendido también, que existen muchos profesionales de la mediación que usan metodologías demasiado académico-formales, que no están dando resultados.
Creo que necesario una formación integral en métodos de resolución alternativa de conflictos, pero debemos huir de lo excesivamente académico de los cursos que existen hoy en día, y buscar más a expertos que expliquen lo que hacen y que obtienen buenos resultados, que aquellos que explican lo que hay que hacer y apenas pueden aportar buenos resultados.
Terminar indicando, que nuestra metodología de trabajo ha resultado ser una eficaz herramienta para resolver situaciones de violencia intrafamiliar en bajo nivel, o en sus primeras fases, como una forma de ayudar a muchas personas a gestionar el conflicto en sus primeros episodios, y evitar el efecto bola de nieve.