Puede ser un matrimonio demasiado perfecto? Un sábado por la mañana Laura se despierta junto a su atractivo, rico y servicial marido, con el que lleva quince años casada, y se da cuenta de que no puede hacer el amor con él. Peor aún: cae en que todo lo que él hace la irrita, de que ya no aguanta más verse atrapada en ese matrimonio. Se quiere divorciar, como sea, ¡ya!
KARINA MELLINGER
Editorial: Alianza Editorial, 2007
Nº de páginas: 320 págs.
ISBN 9788420666600
Lengua: Castellano
Hoy es sábado. Laura, la mujer de David, acaba de despertarse.
A Laura le gusta leer cuando se despierta. Devora todas esas revistas dedicadas a mujeres ricas que, como ella, se acercan a la mediana edad, y las novelas de la sección de «Novedades» de la librería de su barrio. Cuando invitan a alguien a cenar, la gente rara vez habla de las novelas de la sección de «Novedades». Si alguien empieza a hablarle a ella de un libro que salió hace más de una semana, Laura se limita a mirarle con una indignada mueca de compasión, frunce el ceño y le da la espalda.
Cuando David, su marido, comienza a moverse, Laura rápidamente suelta su revista o su libro y finge estar dormida. Disfruta de la intimidad que siente al despertarse sola en su dormitorio. No aguanta el ritual de tonterías que la gente casada se siente obligada a decir al despertarse. Los tópicos:
—¡Buenos días, cariño!
—¿Has dormido bien?
—¿Con qué has soñado?
A quién demonios le importa.
Y dormir con David es un suplicio en otros muchos sentidos. Ronca una barbaridad y durante toda la noche. Laura es una mujer razonable: entiende que, después de todo, él tiene que respirar mientras duerme, sin embargo no está segura de cuánto tiempo más podrá aguantarlo. Ha intentado remediarlo: le ha puesto tiras en la nariz, ha comprado máquinas purificadoras de aire, le ha obligado a dormir de lado y hasta le ha dado patadas en las espinillas, pero no hay nada que funcione. Así que esto es algo que Laura ha tenido que aprender a soportar, junto con muchas otras cosas. Siempre que él se acuerde de preguntarle y de pedirle disculpas por la mañana por si sus ronquidos no la han dejado dormir. Si se le olvida, Laura se pasa el día de morros.
Otra cosa: David siempre se despierta con una erección. Esto no es agradable. Los dos hacen como que no lo han visto (como de todas formas Laura finge estar dormida, no resulta difícil). Laura siempre se pregunta en qué habrá estado pensando David, o con qué habrá estado soñando, para despertarse así. Qué más da. Ella no quiere tener nada que ver con el tema…